Es un hecho conocido que a los filatelistas temáticos siempre les
gustó elaborar una bonita página inicial (como una especie de portada) para sus
colecciones. Si hoy lo hacen (aunque no siempre, y no todos) ilustrándolas con
alguna bella pieza postal-filatélica alusiva al tema, nuestros “antepasados”
solían elaborar verdaderas “obras de arte” (con diseños, pinturas, “collages”,
etc.), por mero placer estético y/o como forma de llamar la atención sobre sus
trabajos. Y no satisfechos con eso, varios trataban también de producir hojas
personalizadas, diseñando o haciendo imprimir, en gráficas, en el borde de las
mismas, algún símbolo, o un pequeño dibujo representativo del respectivo tema.
Imagen ilustrativa de una
exposición nacional en México (1964)
En las primeras exposiciones FIAF, esa práctica era todavía muy
extendida, con varios coleccionistas temáticos que trataban de “embellecer” la
presentación de sus participaciones competitivas, o “reforzar” el desarrollo de
sus temas, con elementos “extra-filatélicos” que de cierta forma las hacían
parecer en algo a lo que hoy conocemos como Filatelia Abierta.
En la EXFILIMA’ 71, por
ejemplo, estuvo expuesta, en cinco marcos, una colección cuyo título era: Abraham Lincoln, su
vida y monumentos, incluyendo una fuente
original de diseños y una biografía de Lincoln.
Por lo que se puede ver, resultaría muy difícil, en aquella época, montar, para
tantas vitrinas, una colección de esa naturaleza si no fuera con la
introducción de otros materiales no postal-filatélicos.
Emilio Obregón, expositor y jurado temático, ya se contraponía a esa
práctica años antes que existiera la FIAF, a la que ideó y ayudó a fundar.
En uno de sus escritos, tratando específicamente de Representación y Anexos Extra-filatélicos
(1965), él recomendaba a los coleccionistas temáticos que renunciaran a los
anexos extra-filatélicos “que distraen de
la belleza y el profundo significado de los timbres”, indicando que “la actual tendencia de la filatelia
temática está orientada hacia la mayor simplicidad en la presentación de las
colecciones”. Alertaba, además, que “colecciones
con buenos y valiosos timbres temáticos han dejado de recibir premios por tener
textos excesivos, dibujos abundantes o anexos extra-filatélicos”,
entendiendo que eso las transformaba “en
un conjunto barroco de extrema frivolidad”.
Ya a principios de los años setenta, él volvió a tratar del tema en su
conferencia Los Valores en la Filatelia
Temática y de Tópicos, cuando, insistiendo en la crítica a esa práctica,
dijo con la franqueza que le caracterizaba: “Es
muy frecuente que coleccionistas que se consideran hábiles para el dibujo, el
diseño o la pintura ‘decoren’ las páginas de sus colecciones con ‘obras de
arte’ de las que ellos son autores. Estos artistas deben abstenerse de
manifestar sus habilidades en una colección que debe ser exclusivamente
filatélica. Si ellos no pueden contener sus ansias por manifestar su capacidad
artística, para ello existen las galerías de pintura en las que pueden exponer
sus obras”.
Por las reglas actuales de la filatelia temática competitiva,
cualesquiera elementos de naturaleza privada (impresiones, marcas,
decoraciones, etc.) no son aceptables, entre otros motivos por el hecho de que
nada debe distraer a los que miran una colección – y menos aún a los jurados –
de lo que es verdaderamente fundamental: los elementos postal-filatélicos y los
textos que ilustran la secuencia lógica del desarrollo, conectando las piezas
mostradas y proporcionando información adecuada de sus detalles temáticos.